viernes, 18 de septiembre de 2020

3

Y te preguntarás ¿Cómo vivir después de tal epifanía?, ¿Cómo volver a focalizar tu atención en cosas tan banales y terrenales? Pues lo haces y ya. Desde afuera no notarán nada diferente en ti, mantendrás tu mismo peinado, tu andar cansado y zapatillas gastadas. Hablarás con la gente, asintiendo con una sonrisa. Pero cuando estés en la fila de un banco, sentado en una micro junto a la ventana, o frente a una nueva película, sabrás, sentirás, cuán reales fueron esos días llenos de hastío, y comprenderás que tanta euforia no es posible de soportar toda junta en un solo cuerpo. Se trataba de un regalo; la infinitud del tiempo hecha regalo, hecha a escala para un simple mortal. 

domingo, 11 de octubre de 2015

9

Y una voz lejana me habla, voz de trueno, voz de lejos. Y es como cientos de muchedumbres agolpadas en mi garganta, ante una nada que me conmueve hasta los huesos y me deja sin aliento, ese aliento que se me escapa poco a poco, que se retira de mi y me contempla con amabilidad. Ya perdida en mis pensamientos, siento mi pecho explotar de tanto esperar, de tanto soportar el peso de un amor tan grande, de tener que convivir con una fuerza sobrenatural todos los días. Y no sabes si es algo bueno o malo porque ya llegaste a ese punto en donde ambas cosas son lo mismo. Y sólo es éxtasis, sólo es delirio perdido. Y pareciera que estás cansado, pero no; es el peso, es su materialización en el cuerpo, y lo inunda todo, lo recorre todo.

lunes, 27 de enero de 2014

98

Mientras el sol le quemaba la piel, la arena jugaba entre los dedos de sus pies. Estaba solo. Decidió chocar contra el miedo. Que fuera un choque fuerte, para que el impacto lo renovara. Dio el primer paso; sintió el peso del mundo sobre él. Sintió el peso de una implacable soledad y lloró. Avanzó hasta que el agua le cubrió los pies. Quería impregnarse de ese aire, de ese viento que hacía volar a las aves. Un ave negra, pero hermosa, pasó. Presa del miedo, corrió hacia las profundidades del agua,  como un desesperado, como si dentro de las aguas estuviera la calma. Corrió como si nada más importara. Se sumergió y sintió sosiego. Renacía de las aguas, mientras el agua le acariciaba la piel, mientras el sol le sonreía.

Abrió los ojos. Seguía solo. Las montañas lo observaban, pero no le dijeron nada. Sintió aprobación. Aprobación de su existencia. Podía ser el ser más miserable del mundo, pero los astros lo pensaban. 

domingo, 15 de diciembre de 2013

56

Cuando era niña quería vivir en una ciudad gris, donde la gente usara abrigos que llegaran hasta el suelo, donde caminaran frotándose las manos y exhalando aire helado. Nunca estás más vivo que cuando tienes frío. Cuando el viento te golpee la cara y te despeine, ya estarás en mi ciudad. La gente usará botas y bufandas, siempre habrá estufas y miraremos siempre detrás de la ventana, donde afuera hace frío. Los ancianos tienen ojos vidriosos y están cansados, y los niños están sucios e inquietos. El mar debe ser inmenso, que sosiegue la vista y la pena, que suene fuerte y honesto, que no me mienta. Cuando estés en una ciudad así, estarás en mi hogar, y cada uno de esos lugares serán mi casa. Una casa imaginaria que busco para siempre.

martes, 10 de septiembre de 2013

99

Y caminar mucho y rápido, mientras las ideas se agolpan en la sien y duele, duele pensar. Quieres sumergirte en una canción interminable que tiña todo lo que ves; centímetro a centímetro, esperando que pronto llegues a un lugar desconocido donde no conoces a nadie, y lo único que sabes es que está lejos, y nada más. Los pies ya no avanzan, parece que te detienes; pero no, vas muy rápido, todo alrededor se ajetrea y se mueve escandalosamente. Parece que hay una fiesta a tu alrededor, pero tu estás sordo y no logras ver nada. Pareciera que sólo logras ver al mendigo que duerme en la pasarela de un viejo edificio, y te dan ganas de quedarte sólo con él y compartir su miseria, y sentirnos míseros juntos. Miseria que te recuerda que estás vivo (sí, a veces se me olvida). Y la gente pasa, agitada, a paso veloz por nuestro lado pero no los vemos, no los olemos, ni los sentimos. Son invisibles y nosotros para ellos. Ellos van a sus casas; nosotros hacemos de cualquier lugar nuestra casa. Cualquier lugar puede ser miserable con un poco de esfuerzo.

miércoles, 10 de julio de 2013

47

De nuevo estoy ahí, el paisaje no me acompaña y me contradice todo el tiempo. Moscas se agitan sobre mi cabeza y limitan mi pensamiento. Todos caminan apurados hacia alguna parte mientras me quedo detenido viéndolos. Detenido en mi vida, detenido en mi mente, sólo acompañado de un par de canciones tristes y melancólicas. Y pienso en que estoy solo, mis zapatillas roídas, mis chalecos apolillados y yo frente a la inmensidad del mundo. Se me revuelve el estomágo y se me agitan las entrañas, y dentro de mi vuelve a despertar el odio generalizado, la miseria deshumanizada y el olor a podrido.

martes, 14 de mayo de 2013

18

Y ya no tengo miedo; el viento fuerte me golpea la cara y me deja con un aire desaliñado, despeinado y sucio. Y habita en mi algo descomunal, algo monstruoso que necesita explotar allá afuera y allá cerca a la vez, algo que no cabe en el tórax y amenaza con expandirse hacia mis pies y dirigirme a lugares indecentes, decaídos y pobres. Sus voces me han corrompido los sueños y las pesadillas, mis flores ya no son las mismas, me he saboteado, me han pisoteado muchedumbres y canciones desestructuradas me han poseído. Pero los pasos ya no duelen, ya no pesan la existencia, algo fatal ha surgido de ellos; los quiero, quiero ese peso venenoso, ese peso descomunal que me desarma, que me asfixia en la intimidad pública. Cuando la desesperanza se apodera de mí, y ya no soy más, ya no soy más ese ser desposeído, cuando me siento descomunal y expansivo, hasta penetrar en las miradas ajenas, los actos ajenos y deshumanizados de los demás; allí estoy, allí duermo, allí me alojo para siempre, para siempre, allí estaré para siempre.