Y una voz lejana me habla, voz de trueno, voz de lejos. Y es como cientos de muchedumbres agolpadas en mi garganta, ante una nada que me conmueve hasta los huesos y me deja sin aliento, ese aliento que se me escapa poco a poco, que se retira de mi y me contempla con amabilidad. Ya perdida en mis pensamientos, siento mi pecho explotar de tanto esperar, de tanto soportar el peso de un amor tan grande, de tener que convivir con una fuerza sobrenatural todos los días. Y no sabes si es algo bueno o malo porque ya llegaste a ese punto en donde ambas cosas son lo mismo. Y sólo es éxtasis, sólo es delirio perdido. Y pareciera que estás cansado, pero no; es el peso, es su materialización en el cuerpo, y lo inunda todo, lo recorre todo.
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