Y ahí estamos, sentados en ese pequeño espacio de la ciudad, enfrentándonos al tiempo que no está pasando; detenido para siempre, sólo en ese momento y lugar, tomándonos unas bebidas y contentándonos por respirar el mismo aire, agradecidos por la circunstancia que nos unió. Y de alguna manera ese pequeño hoyo en la ciudad, oscuro y polvoriento, se transforma en el lugar más lindo del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario