Y ya no escribo cosas alegres, ya no me desvelo
por salvar a la humanidad; ellos no me necesitan, ni yo a ellos. Me hastío solo, sin recurrir a nadie, sin sollozar en la cara
de nadie, ni en la de ellos, ni en la mía, sucia y cansada a pocos años de andar. Y
me descubro, en la profundidad de las aguas, allí estoy recostado en algún
lugar, inmóvil, quieto para no respirar. Solo quiero que se apague eso que
persigo, eso que me quita el sueño para ver qué pasa. Qué hay atrás, qué hay al
final, qué es lo que se ha escondido de mí. Quiero añorar un episodio que
no existe, una edad y época indefinidas, sepultadas bajo capas de evolución,
quiero descubrir eso olvidado, esa escena sin testigos más que el firmamento
mismo, para despertar a mis huesos secos, roídos por el olvido.
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